El dibujo es.
La sensibilidad contemporánea se conecta con el dibujo. En el arte contemporáneo, el dibujo no parece ajeno a la expansión del propio campo que también opera en las otras disciplinas llamadas tradicionales como la pintura o la escultura. El dibujo se expande más allá del boceto subsidiario; como proyecto o como obra privada (antes relegada al taller) en la que el artista vuelca lo escondido o lo reprimido haciéndolo público: la expresividad, la rapidez en la ejecución (rayana en lo “desprolijo”) o la minuciosidad obsesiva de un tiempo en retardo, el documento del proceso creativo, la capacidad narrativa sin palabras y la valoración de la acción humana son calidades y cualidades del dibujo contemporáneo.
Desde los apuntes magistrales de Leonardo Da Vinci hasta las hojas pegadas con cinta adhesiva o sujetas con alfileres a las paredes, desnudas de marcos, passepartous y vidrios pasando por esas hojas arrancadas de carpetas y blocks prolijamente enmarcados, los trazos directos sobre los muros, los cuadernos desplegados, devenidos en “libros de artista”, editados en los bordes de toda edición, ante los ojos y las manos del espectador, los dibujos en cajas - juegos, cajas - sorpresa, los dibujos titilando en la pantalla de la PC, cobrando movimiento, los dibujos con hilo, lana, telas (bordados, tejidos, cosidos) coqueteando con las labores femeninas de ellas y ellos, los diagramas falsamente científicos que dan cuenta de la transmutación de los sentidos, las mutaciones del material, los mapas, cartografías de geografías reales o imaginadas, los dibujos “pintados”, fotografiados, escaneadas...esa figura, esa mujer, esa forma, ese caballo, esa línea, ese tigre, esa casa, esa flor, esa línea, esa mancha, esa, ese, esos... Esos y no otros, singulares, diferentes, infinitos y sin embargo tan cercanos.
Los infinitos dibujos del dibujo.
Estos dibujos son.
C. P.

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